Se había tragado su orgullo para pedirle ayuda, pero no sabía si iba a poder resistirse a la tentación. Valentina Ferranti siempre le había echado la culpa al imprudente Gio Corretti de la muerte de su hermano. Sus caminos no se habían cruzado desde el entierro de Mario, cuando le dijo que no quería volver a verlo nunca más. Con esa despedida ponía fin, además, a lo que había sido su amor platónico y juvenil.Después de siete años, arruinada y con su prestigio por los suelos por culpa de la infame Carmela Corretti, Valentina necesitaba pedir ayuda a alguien. Y solo había una persona en Sicilia a la que podía acudir, a ese hombre de su pasado que había vuelto a aparecer en su vida con una mirada llena de culpabilidad, arrepentimiento y deseo hacia ella.