José María Vargas Vila fue el escritor más leído en lengua española, pero también el más repudiado por las instituciones del poder, que lo borraron de las historias de la literatura, sin conseguir con ello enterrarlo en el olvido. Excomulgado, anatematizado, menospreciado por la crítica literaria, el personaje sigue vivo en sus airados panfletos contra el fanatismo, la intolerancia y el caudillismo en América Latina, mucho más que en la larga lista de novelas eróticas en las que se iniciaron sexualmente los lectores del siglo XX. La autora de esta novela reinventa al personaje que atraviesa la belle époque hispánica, recreando el enigma de quien habló demasiado de sí mismo, pero contó poco de su vida. Situada entre 1899 y 1933, la novela fue recibida como un acontecimiento literario en Colombia, además de merecer los elogios de críticos prestigiosos como Julio Ortega y especialistas como Klaus Meyer-Minnemann. Entre muchos de sus méritos está el recuperar para el presente la escritura modernista y ofrecernos el testimonio de un exiliado cosmopolita, amigo de Darío y Martí. Narrada en primera persona, nos habla de los afanes del personaje, de sus sueños y de la nostalgia de la patria perdida, a la que regresa en un viaje ficticio. Pero además, traza el perfil de un Vargas Vila humanizado, despojado de sus máscaras, cuyo verbo exhala la intensa atmósfera decadentista, con su textura, colorido y musicalidad. Vargas Vila regresa, entonces, para recordarles a los lectores que las formas artísticas son eternas y que la historia de América Latina es cíclica, por cuanto sus virulentos ataques cobran en la actualidad una vigencia inusitada.