Argumento de La Selva Dormida
Frank Dussaud puede ser alguien como tú; tal vez como la mayoría de la gente. Su vida es una proyección distorsionada de su pasado, un pasado gris y doloroso que lucha por olvidar. Entonces conoce a Marie y en ella ve la esperanza que le va a ayudar a rehacer su vida. Pero Frank no sabe que ella también arrastra una historia turbia y sombría que va a provocar que sus fantasmas vuelvan para atormentarle. Los mundos de ambos se cruzarán irremediablemente en las calles de la ciudad de la piedra y el agua. Esa ciudad va a escucharlos y a verlos. Palpitará con sus miedos, sus emociones y sus placeres. Sus granitos y areniscas repetirán los ecos de sus palabras
y el río, en su fluir intemporal, intentará llevarse parte de su melancolía. Allí recibirán el regalo de volver a amar. La ternura que pensaban perdida entre las almas de los descreídos reconquistará otra vez sus corazones. Cada uno vivirá la historia del otro para terminar comprendiendo la suya propia. Serán, el uno para el otro, el bálsamo milagroso que cura los delirios que produce la soledad. Por un momento parece que van conseguir liberarse del lastre que amenaza con hundirlos. Pero el pasado es traidor. Siempre vuelve a cobrarse las piezas perdidas. El destino está, a veces, escrito con las palabras más absurdas.1