La resurrección es un mérito, un accidente, un estigma. ¿De dónde viene?
No interrogues a la muerte. Mirá si te contesta.
Hace muchos años, en algún lugar cercano al Parque de los Aliados,
aparece el negro Varela, muerto en las cercanías de su precaria
vivienda. Rápidamente la barriada, humilde pero respetuosa, organiza el
velorio como corresponde. A falta de médico, Pedro Bruni, el veterinario
de la zona, certifica el deceso.
El barrio se junta. Cada uno trae lo que puede, completando un homenaje
en el que no faltan las tortas fritas, los tambores y el escabio. En
medio del jolgorio, el Dr. Bruni y el Padre Pedrín, con la ayuda del
Negro Invierno, se concentran en torno al occiso, convencidos de que lo
pueden hacer revivir.
Lo que empezó siendo un velorio se transforma en una fiesta de
celebración de la vida, donde no faltan el reencuentro con la infancia,
con los recuerdos y con antiguos amores.
Mauricio Rosencof, con mirada llena de ternura y piedad, construye un
universo donde la pobreza y la necesidad conviven con la amistad, la
solidaridad y el heroísmo.