En un país real, pero a la vez imaginario, dos comisarios investigan la sorpresiva muerte del vicepresidente de la República. En medio de un espectacular paraíso en el que la naturaleza expresa lo mejor de nosotros mismos, un mundo de conspiraciones y maldades se abre camino descomponiéndolo todo, transformando aquel idílico edén, en la realidad en la cual la humanidad se ha abocado ella misma a vivir. La novela es, en definitiva, una crítica profunda al egoísmo, hipocresía y estupidez infinita a la que puede llegar el ser humano, por lo que el relato se convierte en sí mismo, en una metáfora de la propia existencia.