El primer texto nos habla de la conversión a la que están llamadas las religiones, ya que no tienen el monopolio de la dimensión religiosa del hombre, que resurge a pesar de las esclerosis culturales y de las mismas religiones. El segundo se refiere al estudio de las religiones, un estudio que no ha de separarlas del mundo, como sucede a menudo. El tercero se ocupa del cuerpo del hombre, hoy desgraciadamente castigado por quien lo convierte en ídolo o lo deprecia. Sin el cuerpo, la dimensión religiosa se evapora o se transforma en violencia. Por último, el autor nos habla de medicina y religión. Salud y salvación no han de confundirse, pero solo existen si se mantiene entre ellas una interdependencia armónica.
Según Panikkar, la tendencia a crear un ámbito estrictamente «religioso», separado del mundo y del cuerpo, beneficia a ideologías totalitarias en la ciencia y la política. El autor es un crítico radical del abuso de la tierra y del hombre en el que nos encontramos inmersos, pero ejerce esta crítica desde una visión de paz posible, experimentada, ineludible.