Presumir hoy de hereje, hechicero o apóstata sería baladronada que dispararía risotadas y carcajadas. Y sin embargo, profesar tales posturas fue durante mucho tiempo ejercicio arriesgado. Tal cambio de actitud denota un proceso de racionalización y el abandono de muchas quimeras, supersticiones, fantasías y espejismos que considerábamos sagrados e irrebatibles. El camino fue largo y este libro trata de exponerlo sucintamente subrayando el contexto social que permitió la liberación de la mente.