Dios es quien tiene la iniciativa para conducirnos por el camino único que recorre cada uno de nosotros dentro de su corazón y en la construcción de Su reino en nuestra historia. Nuestro misterio se une al misterio de Dios, tanto en la contemplación como en el trabajo.
El autor, siguiendo el ritmo de los Ejercicios de san Ignacio, propone un camino que nos ayude a crear tiempos y espacios en los que cuidar un encuentro que nunca se detiene, que sigue vivo a lo largo de todos los días, en medio de todos los afanes y estímulos que desembarcan sensaciones en nuestros sentidos. El título, La pascua de los sentidos, hace referencia a la transformación que este encuentro obra en nosotros «Comenzar a ver todo con ojos nuevos», en la que muere una manera vieja de percibir y se gesta una sensibilidad nueva para acoger la presencia y la acción de Dios en nuestras vidas.