En tal estado de ánimo se encuentra cuando le informan del secuestro de Susanna Mistretta, y si bien las pesquisas son asunto del comisario Minutolo, algo le hace saltar de la cama. Quizá sea la necesidad de probarse a sí mismo que aún conserva toda su capacidad de reacción, o puede que sean las insólitas circunstancias del secuestro, ya que, años atrás, la familia de la joven había perdido toda su fortuna de forma repentina y misteriosa. Al final, ambos motivos resultan cruciales, y ese nuevo escepticismo, ese distanciamiento, llevará a Montalbano a considerar aspectos de la investigación que cualquier otro pasaría por alto. En un contexto tan nuevo como difícil de asimilar, la resolución del caso pondrá a prueba sus verdaderos valores, sus temores y convicciones más profundos.