El macabro hallazgo desata el instinto investigador de Montalbano, que enseguida se ve envuelto en una maraña criminal de múltiples facetas: políticos, banqueros y empresarios parecen estar involucrados, todos bajo la omnipresente tutela de la mafia. Y como si la canícula no fuera suficiente para causar estragos en el comportamiento de los protagonistas, la presencia casi mágica de una bellísima veinteañera hace flaquear la proverbial lucidez de Montalbano, hasta el punto de tentarlo a penetrar en ese territorio prohibido que había evitado hasta el momento.