Sin embargo, hacer un seguimiento conformado, con todas las implicaciones que conlleva una investigación científica, es realmente apasionante, pero no debo ni puedo recomendarlo. Este seguimiento me quitó cercanía física con mi entorno, me quitó parte de la dedicación a mis hijos y mis seres queridos y me quitó dinero con el que, si no lo hubiese invertido en sufragar todos los apartes de esta larga y ardua tarea, mis hijos se habrían dado unos privilegios más que merecidos. No obstante, son conscientes de ello y siempre he tenido su respaldo.
Cuarenta y cinco años, y tengo sesenta y tres, de un largo y difícil recorrido con un sinfín de eventos que se sumaban a la cadena de sucesos, comenzando por dos simples preguntas que se registraban una y otra vez: «¿Por qué no funciona eso en sentido contrario?», «¿qué he de hacer para lograrlo?».
Nunca pensé que esa curiosidad mía me ocuparía tantos apuntes, tantas horas de estudio de las diferentes asignaturas de la ciencia implicada en dicha investigación y, además, diseñar y construir artesanalmente los recursos y herramientas necesarios. Pero el momento más importante fue el descubrimiento de la Mínima Presencia Universal, presencia que, al observarla detenidamente cuando evoluciona, se constituye en la Mínima Expresión Universal (MEXU).
Sin la menor duda, este hallazgo se convierte en el eje central de mi investigación, por la rigurosa gestión operativa de su infraestructura. Así mismo, no tengo tampoco ni un ápice de duda al declarar que esta es una gestión vital para otorgar el más satisfactorio bien a la humanidad, ya sea para higiene, salud, estabilidad o para la armonía de conjunto, ya que su natural razón de ser, con su eterna y constante ciencia aplicada, proporcionará nuevos recursos para el desarrollo de la ciencia.
Fdo.: Holmes Molik Candelo
PVP