Más allá de tópicos estériles que hablan de choque de civilizaciones, o de multiculturalismos tan políticamente correctos que acaban falseando la historia, este interesantísimo ensayo proclama la necesidad de aprender del otro: nosotros, los occidentales, nos hemos desembarazado de todos nuestros mitos y nuestro imaginario simbólico, pero sentimos una creciente fascinación por el budismo y la espiritualidad en general; mientras que Oriente, del que tantas dimensiones del conocimiento tenemos que aprender, aún tiene que hacer suyos valores esenciales de la Ilustración como el laicismo y la prevalencia de los derechos humanos.