Este libro es como un pequeño viaje que nos permite transitar de una a la otra máscara griega, iniciando el recorrido desde aquélla que parece sonreír hasta llegar a la que aparenta padecer. Está conformado por quince cuentos dividido en tres secciones. La primera la integran narraciones que proponen al lector una especie de divertimento, situaciones de costumbres. La escasez en Cuba de cualquier producto desde el triunfo de la Revolución es un hecho tan común y dilatado que para sus habitantes ha venido a ser ya una especie de sucesión propicia para el humor o al menos ribeteada del sarcasmo. En cualquier forma parece ser una situación in-solucionable, al menos objetivamente. En la segunda parte sólo encontramos cuatro cuentos, más bien breves, que sirven como tránsito situaciones más estáticas, argumentos más sencillos que preparen al lector a abandonar la fisonomía del divertimento que antes asumió y afrontar el último conjunto del libro con tramas más serias o quizás menos divertidas. De ningún modo en esta porción tercera del libro nos valdrá la sonrisa. En la mayoría de los cuentos se impone como una reservada inquietud, la locación puede ser un país, una ciudad, una escuela, una memoria. Reino a veces difuso u onírico, a veces real; el leiv motiv de lo improbable con magnitud corpulenta: los personajes se evaden en una migración interior y quizás también perecen en la patética dimensión del imposible.