Las vanguardias artísticas tomaron el pensamiento nietzscheano más sólido, aquel que representaba Zaratustra, y trataron de buscar las nuevas reglas del arte. Se trataba de vencer todo lo que los críticos del arte y los historiadores habían venido inculcando hasta ese momento. Para ello, el artista debía vencer la saturación de formas a la que se venía asistiendo a finales de siglo. Nada de eclecticismo; el nuevo arte debía arrancar desde cero.