Robert Banks, historiador especializado en Nuevo Testamento, convencido de que la idea de comunidad de Pablo constituye la contribución más destacada y distintiva del apóstol de los gentiles al cristianismo, emprendió esta ardua tarea de investigación. Y el resultado ha sido un trabajo de remarcable calidad, un libro bien escrito, bien argumentado y bien organizado, que ilumina numerosos puntos de difícil interpretación; y que, a pesar que pueda plantear cierto rechazo por parte de algunos debido su forma peculiar de tratar las pastorales, o recelos de otros por su manera de entender la comunidad como algo ajeno a estructuras fijas y organizaciones supranacionales, aporta nuevas y valiosas líneas nuevas de pensamiento, al situar las ideas de Pablo en un contexto histórico más amplio de lo que se acostumbra y analizarlas, no tan solo desde el punto de vista del teólogo sistemático, sino también desde el del pensador social.
LA OBRA:
En la introducción, se definen los objetivos y líneas generales de trabajo: Investigar la dinámica interna de las comunidades de Pablo, basándose, como es de esperar, en un escrutinio de las propias cartas de Pablo y los textos de los Hechos de los Apóstoles; pero a la vez, sin olvidar ni menospreciar una sola de las fuentes externas y documentos contemporáneos, que cita constantemente a modo de evidencia y elemento comparativo: Apócrifa, Pseudoepígrafa, Rollos del Mar Muerto, Mishná, y otros.
El primer capítulo analiza el escenario social y religioso de la época en todo relativo al concepto de comunidad religiosa. Describe el desencanto con las religiones tradicionales y remarca el interés por nuevas ideas y formas de asociación religiosa, de lo cual Pablo, como viajero incansable, era buen conocedor. Sigue con un completo estudio de la base teológica sobre la que descansa la idea de comunidad de Pablo: la libertad por medio de Cristo, donde está el Espíritu del Señor, hay libertad (2 Cor. 3:17), y la analiza comparándola a la de otros proyectos de comunidad en la época, como los de Qumram, filósofos estoicos, cultos del misterio, ect., destacando, eso sí, el carácter distintivo superior del concepto paulino, basado en independencia del pecado, dependencia de Cristo e interdependencia con los demás.
A partir de ahí, procede a estudiar en profundidad del significado del término ekklesia como realidad material, espiritual y celestial; adentrándose después en el análisis de las peculiaridades prácticas de las comunidades paulinas: su ubicación, variedad de sus componentes, tamaño y frecuencia de las reuniones, etc. Continua indagando en los términos utilizados por Pablo para referirse a las comunidades, y de manera especial en las imágenes y metáforas empleadas para definirlas: un edificio, un campo, un injerto, un cuerpo, y sobre todo el de una familia, detallando cada uno de los diversos aspectos que aporta cada metáfora: construcción, crecimiento, conocimiento; comunión; así como también las expresiones físicas que derivan: el bautismo, la imposición de manos, la comida en comunidad, el beso u ósculo santo, etc.
Ni que decir tiene que dedica un capítulo entero a los carismas dones y ministerios, que Pablo insiste no fueron dados a los individuos primordialmente para su propio disfrute, sino para la edificación o fortalecimiento de la comunidad.
Finalmente, examina la comunidad en lo que refiere a su amplitud y diversidad entre los miembros, superando distinciones de clase, raza y género; la contribución de la mujer a la iglesia como miembro con voz y voto; la abolición de distinciones formales entre sacerdotes y laicos pero con un reconocimiento especial al servicio; el énfasis en la responsabilidad corporativa; y la misión de las comunidades cristianas en el mundo.
Concluye con la idea de que la idea de comunidad de Pablo, asumida por Agustín de Hipona en la antigüedad, por Calvino y los anabaptistas en los días de la Reforma, y por otros movimientos más recientemente, no tan solo ha desafiado la práctica institucional y transformado muchas estructuras eclesiales a lo largo de la historia, sino que ha contribuído también de manera definitiva a configurar el pensamiento social de Occidente.
El libro, que cuenta con un amplio aparato de anotaciones al pie de página, se completa con una extensa bibliografía temática de obras recomendadas para la lectura e investigación posterior; un glosario de términos difíciles o poco comunes y un extenso índice de citas bíblicas y de otras fuentes antiguas.
Se trata de obra académica erudita, no para todos los públicos, escrita más bien para ser utilizada como texto de estudio en seminarios teológicos y como base de investigación por parte de estudiosos de la Biblia, teólogos, profesores y líderes. Aunque el autor afirma que al escribirlo, no estaba pensando únicamente en los lectores de inclinación cristiana, sino también en historiadores y sociólogos universitarios, puesto que la idea de comunidad de Pablo, es importante también desde la perspectiva histórica y social.