Medio princesa de los duendes de Verano, medio humana, Meghan nunca había encajado en ningún sitio. Abandonada por el príncipe de Invierno al que creía enamorado de ella, se encontraba prisionera de la reina de la Corte de Invierno. La guerra entre Verano e Invierno era inminente, pero Meghan sabía que el verdadero peligro no era ese, sino los duendes de Hierro: seres mágicos forjados en metal que solo su príncipe ausente y ella habían visto. Pero nadie la creía. Atrapada en el País de las Hadas, con sus poderes mágicos bloqueados, Meghan solo tenía un arma: su propio ingenio. Confiar en alguien era una locura. Encomendar su destino a un posible traidor podía ser mortal. Sin embargo, Meghan no podía evitar prestar oídos a los anhelos de su muy humano corazón. Llevo ya algún tiempo en la Corte de Invierno. ¿Cuánto exactamente? No lo sé. El tiempo transcurre de otra manera en este lugar. Si alguna vez consigo salir de aquí, puede que hayan pasado cien años y que mi familia y mis amigos hayan muerto. Intento no pensar en ello, pero en ocasiones no puedo evitar preguntármelo. Me llamo Meghan Chase.