El ignorar que es infinito lo que nos falta por saber es crasa imbecilidad, por mucho que, en la actualidad, nuestra ciencia nos haya permitido romper alguna de las barreras de nuestro propio sistema solar: de hecho estamos en la primera línea de la primera página del Libro de la Ciencia.
Desde sus comienzos, la ciencia humana, aunque busca y ansía la certeza, no pasa de ser un lento, parcial y vacilante descubrimiento de pequeñas realidades y múltiples apariencias, siempre como en una burbuja dentro del Misterio; tanto peor si reniega de lo que no comprende y cae en la bobalicona veneración de sus propias fantasías.