Argumento de La Crisis de las Identidades
La obra hace un balance de los cambios acaecidos en la sociedad francesa desde los años sesenta, en la vida privada, la vida en el trabajo y las creencias simbólicas (religión, política, etc.), relacionándolos con tres procesos que han conocido evoluciones significativas en el último período: el proceso de emancipación de las mujeres, el proceso de racionalización económica y el proceso de privatización de las creencias. Según la tesis del autor, las antiguas formas de identificación de los individuos (culturales, estatutarias.) han perdido su legitimidad y las nuevas formas (reflexivas, narrativas.) no están aún plenamente constituidas ni reconocidas. La constatación de la crisis está vinculada a una coyuntura económica, política y simbólica particular: globalización de los intercambios y ascensión de una nueva economía, cuestionamiento de los estados-nación y hundimiento del comunismo «real», diversificación de las formas de la vida privada y de las relaciones entre los sexos. Tal coyuntura tiende a exacerbar las cuestiones identitarias y a multiplicar las crisis existenciales. Las dificultades para definirse a uno mismo y para definir a los otros, para hacer proyectos y hacerlos reconocer, para expresar con palabras las trayectorias personales y las historias colectivas se explican a partir de la travesía de una fase crítica de la dinámica de las sociedades modernas, ya percibida por Max Weber hace más de un siglo: aquella en el curso de la cual las identificaciones defensivas, de tipo «comunitario», bloquean la emergencia de identificaciones constructivas más inseguras, de tipo «societario». Las nociones de «sujeto que aprende» en la escuela o de «competencia» en la empresa, de revelación amorosa en la esfera privada o de compromiso auténtico en la vida pública, los nuevos «modelos de individualidad» se oponen al auge de crisis identitarias especialmente agudas.0