La historia de la primera mujer periodista que fue corresponsal de guerra
"Soy un dolor en el culo, lo sé". Su famoso mal carácter ha oscurecido a veces el talento y la determinación que convirtieron a Oriana Fallaci en la periodista y escritora italiana más famosa del siglo XX. Nacida en una familia pobre de antifascistas, participó en la resistencia contra la ocupación nazi, creció con rapidez y, nada más terminar la secundaria, se presentó en la editorial de un periódico. En pocos años se consolidó como una gran profesional dentro de un negocio todavía dominado por los hombres. En los años 50 viajó por toda América llegando a ser amiga de las estrellas de Hollywood y los astronautas de la NASA. Se mudó a Nueva York en los años 60, el centro de la comunicación global. Fue a Vietnam en 1967 para, finalmente empezar a escribir sobre política, como deseaba. Se enfrentó a los políticos y personajes más importantes de la época en sus afiladas entrevistas ? Henry Kissinger, Gadafi, Husayn de Jordania, Yasser Arafat, Federico Fellini, Indira Gandhi# ?, lo que le valió de trampolín para seguir en el periodismo y escribir sus grandes novelas de madurez, de las que vendió millones de ejemplares. En la vida privada reivindicó siempre el derecho a vivir sin tabús y al límite.
Gracias a trabajos inéditos de Orianna y al testimonio de los que mejor la conocían, Cristina De Stefano reconstruye la figura de una mujer moderna, valiente y ante todo libre. Una mujer polémica, pero que podía decir de sí misma: "No sé si soy buena; trabajo duro, trabajo bien. Tengo dignidad. Tengo una vida para demostrarlo".
"¿Quién es el precursor del periodismo moderno? No lo es Hemingway, que escribió sus experiencias en las trincheras; ni Orwell, que pasó un año de su vida entre los vagabundos parisinos; ni Egon Erwin Kisch, experto en las prostitutas de Praga; sino Oriana Fallaci, quien entre 1969 y 1972 publicó una serie de entrevistas a los políticos más famosos de su época. Estas eran más que meras conversaciones, eran duelos. Antes de que los poderosos políticos advirtieran que estaban luchando en condiciones desiguales -dado que ella podía plantear preguntas y ellos no-, ya se encontraban en la lona, fuera de combate".
Milan Kundera