El buen timador es como el trampero, conoce bien las costumbres de sus víctimas. Sabe que en el interior de la mayoría de personas domina la avaricia y el amor al dinero. Y aprovecha esto en su propio beneficio. Los mejores son los que consiguen que el timado crea que es él quien engañará al otro. Le pondrán en situación de beneficiarse de la desgracia ajena, olvidando todo sentimiento de compasión o de solidaridad solo para conseguir, de mala manera, unos sucios billetes.
En las páginas de la cofradía descubriremos una escuela secreta, donde tres jóvenes promesas del timo aprenden este arte de la mano de Benito, profesional impecable de estas mañas, y de Salcedo, experto falsificador y gran maestro del fraude. Legrand nos guiará en su viaje por el corazón de una sociedad corrupta, cuyos dogmas son el vicio y la ganancia personal.