Las horas no son minuteros de nácar
ni mariposas esmaltadas
que se clavan a una esfera
y solo marcan los latidos de los días.
En días como hoy
dejan caer esa lanza de hastío en un rincón
donde todas las horas caen
conjurando los viejos humores
o buscando la complicidad de la piel o de los años.
Y un día con nosotros
se alejan por la espesura de los sentidos
dejando una estela de misterio
y hermosura
una música estelar
de lo que una vez fueron y fuimos.