Sin embargo, en este discutido y celebrado texto no se elaboraron detalladamente las alternativas a los enfoques criticados y no faltaron lectores que lo interpretaron como un ataque radicalmente escéptico a la ciencia.
El autor se propone rectificar la anterior situación en La ciencia y cómo se elabora. Con la ayuda de algunos ejemplos históricos no demasiado técnicos, demuestra Alan Chalmers cómo es posible defender cualificadamente que la ciencia es conocimiento objetivo evitando por igual las glorificaciones ideológicas y los radicales rechazos y repulsas.
Queda abierto así el camino tanto para la apreciación del valor de la ciencia como para el esclarecimiento de sus limitaciones.