En la Francia del siglo XX, el último verdugo, Bernard Reynaud espera el momento de su muerte.
Del autor de Casa Damasco, Maruan Soto Antaki.
Es inimaginable la suerte de un asesino que jamás ha quitado una vida.
¿Se asesina por necesidad o por placer? ¿Es justificable matar? Bernard Reynaud, a sus ochenta años, ha encontrado en lo más profundo de su corazón la respuesta a estas preguntas. Su vida ha estado ligada a uno de los instrumentos más conocidos en el mundo occidental para imponer el castigo máximo que pueda darse: la muerte.
La carta del verdugo nos lleva a conocer de cerca las últimas ejecuciones en la guillotina, así como la vida de Bernard, último ejecutor suplente de presos criminales de la Francia del siglo XX. Al igual que los condenados a muerte, él sabe que va a morir y lleva esperando ese momento desde hace más de una década. Esa semana daría un último regalo, un regalo de amor, una bella y antiquísima concha conocida como Gloriamaris.