Construida originalmente para albergar las tablas de piedra en las que fueron escritos los Diez Mandamientos, el Arca de la Alianza fue venerada como símbolo y señal de la presencia de Dios e instrumento de Su voluntad en la tierra, capaz de detener ríos y asolar ciudades enteras. Entre los siglo X y VI a.C., desapareció del Templo de Salomón, en Jerusalén, sin que el Antiguo Testamento diera la menor explicación al hecho, creando uno de los mayores misterios del pasado, todavía sin resolver. Un "proyecto" que bajo el nombre de Santo Grial enmascaró el Arca en la Edad Media, que implicó a caballeros templarios, nobles y pontífices, y que consiguió distraerla definitivamente de las páginas de la Historia.