Con la prosa elegante que la caracteriza, Begoña Aranguren nos da en La buena educación la respuesta a esas preguntas. A través de la las anécdotas de una familia, la autora reflexiona acerca de la urbanidad, el civismo y la corrección y deplora la falta de sensibilidad imperante en nuestra sociedad. Aunque su relato está lleno de referencias continuas a personajes, programas de televisión y sucesos de plena actualidad, Aranguren no elude comparar a las generaciones pasadas con la actual y nos anima a recuperar viejas formas de relacionarnos y a entender que los modales son un bien que merece la pena preservar.
La buena educación es una auténtica guía para la vida: no consiste sólo en modales, sino también comprensión y enriquecimiento de uno mismo y del otro, algo que no puede pasar de moda y que los lectores no se arrepentirán de recordar.