De una infancia feliz a la pobreza después de la guerra, pasando por los años de soledad en el internado, la muerte de Stalin, la lengua materna y las lenguas enemigas como el alemán y el ruso, la huida de Austria y la llegada a Lausanne con su bebé. Las palabras de Agota Kristof nunca son tristes, son implacables, justas y precisas. Todo el mundo de Agota Kristof está aquí, en este libro caracterizado por frases breves, minimalistas, diminutas en las que se concentran en todo momento las grandes reflexiones y los poderosos pensamientos que las han provocado.