La única alegría que encierra a las demás proviene de Dios; está en Dios mismo. Por el perdón que él otorga,Dios nos concede su alegría sin límite. La celebración del sacramento de la Reconciliación quisiera engrandecer en todos y cada uno la alegría de ser salvado . Puesto que el tiempo del Jubileo como afirmó Juan Pablo II nos introduce en el vigoroso lenguaje que emplea la pedagogía divina de la salvación para invitar al hombre a la conversión y a la Penitencia, principio y vía de su rehabilitación, y condición para encontrar lo que no podría alcanzar por sus propios medios: la amistad de Dios, la gracia, la vida sobrenatural,la única en donde las aspiraciones más profundas del corazón humano pueden ser satisfechas . Celebración de la Reconciliación y Jubileo corresponden a la misma :escuchar una invitación, ponerse en camino, en el seno de la Iglesia, por ella y para ella, dejarse reconciliar, abrirle la puerta al Redentor, y cantar con María: ¡Mi alma exalta al Señor, hace que mi espíritu en Dios, mi Salvador, desborde de alegría! .