Desde que en 1867 Karl Marx y Friedrich Hengels publican el primer volumen de su obra fundamental El Capital, muchas cosas pasan en España y en el mundo. En 1879 Pablo Iglesias funda el PSOE, en 1917 se produce la revolución bolchevique en Rusia y a partir de ahí surge la socialdemocracia como crítica y síntesis de los principios que inspiran el socialismo aplicados a una sociedad convulsionada por dos guerras mundiales, los fascismos en Europa, la guerra civil española, el telón de acero, la guerra fría, el plan Marshall y el desplome comunista que simboliza la caída del muro de Berlín en 1.989.
A partir de estos hechos el autor analiza desde una reflexión crítica y serena el devenir del socialismo en España dentro del contexto de crecimiento económico y extensión de los beneficios sociales que definen al primer mundo en este siglo, pero sin olvidar que la globalización sigue dejando al tercer mundo fuera del sistema. Esta hiriente realidad para las bienpensantes conciencias de los instalados provoca una agonía, que en palabras de Miguel de Unamuno «no se confundirá con un muriente o moribundo, porque se puede morir sin agonía y se puede vivir, y muchos años, en ella y de ella», algo parecido a lo que piensa Francisco Umbral cuando escribe que «la izquierda ha perdido los papeles, anda indocumentada
desde que fracasó la URSS, y esto nos ha sumido en un dulce sopor de dividendos y sobremesa». Dividendos y sobremesa que definen, según el autor, La agonía del socialismo.