Lo que Américo Castro y luego Benzion Netanyahu, en diferente pero complementario nivel, han delimitado como identidad judeoconversa debe ser puesto constantemente de relieve, y ello por dos razones: para destacarlo como hecho histórico específicamente español, pues no hay ningún otro país europeo que pueda mostrar tal simbiosis; y para subrayar que la contribución máxima de la etnia judaica a la cultura y sociedad españolas, es decir, a la cultura y sociedad de la España nacida de lo que Castro llamó «edad conflictiva» la de gestación y alumbramiento de la España actual no fue ya obra de judíos propiamente dichos, sino de judeoconversos.
Combinando la erudición y el rigor científico con la calidad literaria, este libro aspira a plantear en términos claros estas cuestiones y a darles respuesta equidistante de rencillas de escuela. En las partes primera y segunda de la obra se expone el enfrentamiento teológico e inquisitorial cuyo origen se estudia al detalle. En la tercera parte se revisa la aportación cultural de los judeoconversos en la simbiosis judeocristiana típicamente española, algunos testimonios literarios de aquellas colosales tragedias y ciertos aspectos de la actividad censora de la Inquisición española y portuguesa. En la cuarta se propone el ejemplo de algunas personalidades judeoconversas de más o menos intensa procedencia judía: Alfonso y Juan de Valdés, Joan Lluís Vives, María de Cazalla, fray Luis de León y Miguel Servet.