Desde el principio, Juan Cagliero, en la escuela de Don Bosco, fue educado más para la seguridad que para la exigencia; más para la cooperación que para la reivindicación. El primer cardenal salesiano no se conforma con una simple solidaridad personal de sentimientos, ni con una mínima solidaridad colectiva, desde situaciones de seguridad. Jamás el trayecto de Cagliero es una creciente tensión de intereses privados con los que se suele disfrazar el tan cacareado, como falseado, bien común.