El autor de inolvidables novelas como La dama de blanco o La piedra lunar definió su primera obra, Ioláni, como«una mezcla de romance gótico y aventuras en los mares del Sur, a medio camino entre Radcliffe y Stevenson». Cabría añadir que esta novela, por su tema -una mujer es condenada y perseguida por un pérfido patriarca religioso y huye penosamente de él, poniendo a salvo su amor e independencia-, tan querido al género gótico, se emparenta con otras dos de la misma época: una anterior, El Italiano, o el confesionario de los penitentes negros (1797), de Ann Radcliffe, y otra posterior, La letra escarlata (1850), de Nathaniel Harwthorne.