En la docencia universitaria, los estudios de Historia cuentan con una larga trayectoria y una consolidada posición, lo que entre otras cosas implica que el contenido de las diversas materias que se imparten en la titulación correspondiente parece sólidamente establecido, a la vez que científicamente contrastado. Sin embargo, lejos de representar una invitación al inmovilismo, esa larga trayectoria académica debe ser un acicate a favor de la crítica y el cambio, dos elementos propios de toda actitud que busque una mejora permanente de la calidad de los conocimientos transmitidos, y del desarrollo de la enseñanza, potenciando además el espíritu crítico y el pensamiento independiente de los estudiantes de cualquier nivel. Como responsables de la docencia universitaria, las autoras de este libro hemos de cuestionarnos si aquello sobre lo que versa nuestra enseñanza debe mantenerse como está o se debe, y puede, proceder a introducir algunos cambios, que no sólo actualicen los contenidos en el sentido tradicional de ponerlos al día , sino también en el de considerar nuevos objetos de atención y sujetos de la historia. Sin duda eso conlleva igualmente una toma de posición metodológica, dado que en función de los presupuestos adoptados en ese campo variará la mirada, y por lo tanto aquello que resalte de entre el conjunto de fuentes y conocimientos acumulados. Por otra parte, no hay que olvidar que el posicionamiento en una u otra corriente historiográfica lleva implícito no sólo abordar o no el estudio de un sujeto histórico concreto, sino también la propia forma de hacerlo.