Este es un libro lúdico, que se dedica a juguetear con ideas flamables hasta que explotan y manchan de texto la página. Por lo mismo no es coherente ni predecible, y cuesta un trabajo endemoniado describirlo. En cambio, es un placer abrirlo y saborear su concisión, abismarse en su brevedad y participar en su juego: la minificción. Éste es un libro apto para quienes disfrutan los fuegos artificiales y reventar pompas de jabón. Aburridos, absténganse.