Infierno, XXXV es el final apócrifo de un viaje o el nombre de la estación donde se interrumpió. El círculo imaginario en que se agitan los personajes corresponde al de quienes cayeron en esa falta señalada desde el inicio de la modernidad: el hastío. En su persecución del asombro habrán de forzar los ineficaces límites de lo visible, allí donde viejos y nuevos emblemas revelan su condición de cosas arrumbadas e ilegibles. El espectador puede deambular por las fotografías buscando los accesos al círculo, pero debería ir marcando el camino de su improbable retorno, por si acaso.