Año 75 a.C., invierno, el general Gneo Pompeyo Magno acuartela a sus legiones en territorio vascón para esperar un envío de trigo desde Aquitania y descansar de sus batallas contra Sertorio. Lo hace aconsejado por su tribuno de mayor confianza, el enigmático Arranes, también de origen vascón y por tanto valedor de la Legión ante los desconfiados lugareños. Pero un rumor se ha extendido por la aldea que quita el sueño al general romano: se dice que el cargamento de trigo nunca llegará porque ha sido interceptado por los temidos habitantes de las montañas, los antiguos.