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Soma Morgenstern (Budzanów, Galitzia oriental, 1890-Nueva York, 1976). Creció en la tradición judía ortodoxa. En su familia, se hablaba yiddisch y, en el país, polaco y ucraniano; pero el padre, un hassid ilustrado, procuró que aprendiera alemán desde niño. En 1912, comenzó estudios de Derecho en la Universidad de Viena que finalizó en 1921, tras la interrupción por el servicio militar en el frente oriental de la primera guerra mundial. A partir de 1927, después de sus inicios como dramaturgo y crítico literario en Berlín, fue corresponsal cultural del Frankfurter Zeitung en Viena y obtuvo la ciudadanía austríaca. Amigo íntimo de Joseph Roth y Alban Berg, en la Viena de entreguerras tuvo relación de amistad con Stefan Zweig, Robert Musil, Otto Klemperer y Anton Webern, y también frecuentó el círculo de intelectuales que se reunían en el taller de Anna Mahler, entre los que figuraban Hermann Broch, Ernst Bloch y Elias Canetti. En 1934, a causa de su origen judío, perdió su puesto en el periódico y se exilió durante una temporada en París. A finales de 1935 apareció su novela El hijo del hijo pródigo, la primera de su trilogía Destellos en el abismo. En la Alemania nazi, ese primer volumen sólo pudo venderse a judíos y fue prácticamente el único que se publicó, en vida del autor, en su versión original. Ya Musil había hecho saber a Morgenstern, una vez leída la primera mitad de su novela: Aunque, por algún motivo, no pudiera usted finalizarla, lo que he leído ya pertenece a la literatura universal. El 13 de marzo de 1938, día de la anexión de Austria por la Alemania nazi, Morgenstern huyó a París. Un año más tarde, tras la muerte de su amigo Joseph Roth, fue internado en varios campos de concentración franceses, hasta que, en 1941, consiguió pasar a Marsella y, a través de Casablanca y Lisboa, llegar a Nueva York. Perdió sus manuscritos y se vio obligado a reconstruir la obra en la que trabajaba, en circunstancias penosas. En 1946, se le otorgó la ciudadanía americana. Sólo regresó a Europa en 1950, pasando una corta temporada veraniega en París. Las sucesivas pérdidas de entornos, documentos y amigos, el descubrimiento de la verdadera dimensión de los crímenes nazis y el final en campos de concentración de gran parte de su familia lo sumieron en una postración que hizo que no transcurriera un día sin ser visitado por la idea del suicidio, además de provocarle tal aversión a todo lo alemán que se suscitó en él una afasia casi insuperable. El 17 de abril de 1976, desconocido por el público literario, murió en Nueva York. Casi dos décadas después, su obra y su persona seguían ignoradas y ni siquiera se mencionaban en los diccionarios especializados. A partir de 1994, la obra de Morgenstern, que escribió toda su vida en alemán, comienza a editarse completa y en su lengua original, en una iniciativa saludada con gran entusiasmo por la crítica y el público.