Amplia metáfora del viaje y de la ficción del regreso, relato verdadero de un mestizaje, Huellas del actor en peligro confirma la innegable individualidad de Pedro Sorela, cuyo Aire de Mar en Gádor fue saludado por Stephen Vizinczey en The Observer como «una primera novela de asombrosa brillantez».
En una finca del altiplano andino el actor escribe. Ha llegado allí para participar en el rodaje de una película sobre un francés fugitivo, y se ha visto sorprendido por un país donde el sol no hace sombra y donde aún se escucha, a lo lejos, el rumor de la historia.
Rutina de artista convertida en azar, peripecia en Tres de Marzo y Todos los Santos, escenarios cambiantes de una misma aventura, alcanzará y teñirá con otros colores el amarillo de noviembre en París y el ruido madrileño.