Las homilías del arzobispo de Rávena, además de su valor formal como obra literaria, reflejan de una manera excelente la mentalidad y costumbres de su tiempo, revelando el gran conocimiento de la vida social que tenía nuestro autor, y sus grandes dotes de psicólogo.
Pero sobre todo constituyen una página interesante de historia eclesiástica, porque en ellas se encuentran las inquitudes doctrinales y teológicas de su tiempo, un período en el cual se celebraron los grandes concilios ecuménicos de Éfeso y Calcedonia.
Como todos los Padres, Pedro dominaba y utilizaba abundantemente la Sagrada Escritura en sus homilías, explicándola al pueblo con un calor humano y un fervor divino que penetraba en la vida de los fieles.
La riqueza dogmática y ética de su predicación, por otra parte, le ha merecido el título de Doctor de la Iglesia.