Dentro de la enorme variedad de diarios que se han escrito y se siguen escribiendo, Hola, mundo es un tanto especial. Es el diario de un bebé, con la voz de ese bebé y escrito por el padre. Transcurre en una línea cronológica que va desde la concepción hasta que cumple un año. Resulta especial porque, al mismo tiempo, es una novela y un diario real la voz del narrador, evidentemente, es pura ficción, pero las circunstancias espaciales, sociales y personales de su entorno son reales, y es también un cajón de sastre a la manera de los dietarios, donde caben poemas y cuentos, aforismos y canciones.
Puede que, como decía Raymond Carver, los diarios íntimos sean el autorretrato de Narciso o el paño de lágrimas de los humillados y ofendidos, pero eso serán los demás diarios, porque el de Martín es claramente otra cosa: es la historia de una celebración dichosa.