En la Europa del Antiguo Régimen, en su mayor parte iletrada, las imágenes constituyeron un medio de comunicación de la máxima importancia.
Esta realidad resultó muy relevante en el campo de la transmisión de mensajes políticos, basada en la adhesión afectiva más que en la argumentación racional.
Gobernantes y oponentes al poder en todos los ámbitos produjeron una cantidad de imágenes en apoyo de sus posiciones como no se había visto nunca antes en la historia del continente.
Por sus mismas características, las imágenes constituyeron un medio de comunicación que trascendía las fronteras políticas y daba lugar a mensajes inteligibles en tradiciones culturales diversas.
Este fenómeno fue notable, sobre todo, en el conjunto muntinacional que era la Monarquía Católica.
En el presente libro se profundiza en el estatuto de la imagen en la Edad Moderna para conocer su funcionamiento y eficacia, así como su recepción.