Joaquín, mientras ve jugar a sus propios hijos, recuerda un viaje que hizo en su infancia en compañía de su padre. Viajan hacia el sur en el coche. Se dirigen a la casa donde vive una tía del niño. El padre le dice que debe vivir en esa casa durante un tiempo porque él tiene que hacer un trabajo especial.
En realidad, su padre había participado con anterioridad en algunos robos y ahora se encamina a una reunión para actuar en un atraco a un banco: el golpe definitivo que le permitirá retirarse del «oficio» y reanudar la convivencia con el hijo. El asalto se complica y el padre acabará detenido, mientras Joaquín inicia su larga convivencia con su severa tía. Años más tarde, padre e hijo se reencuentran y los antiguos lazos crean un sentimiento de solidaridad.