El hombre, con palabras de Zubiri, «no tiene, consiste en religión», o sea, es religión, religación respecto de lo divino. Lo que uno tiene puede perderlo. Lo que se es, no se deja de serlo mientras se es o existe. De ahí la universalidad del sentido religioso. De ahí que quien no acepta la religión tradicional se incorporará a otra, tal vez a una secta de signo religioso, mágico o ideológico, incluso elaborará su propia religión alternativa, aunque profese no ser religioso, creyente.
Aunque el ideal sea la unidad, la experiencia personal, confirmada por la historia, nos dice que ha habido, hay y seguramente habrá no una, sino muchas religiones. Aparte de otras razones, hasta una obvia, a saber, la infinitud divina v la finitud humana o el alcance recortado de la mente humana, incapaz por sus solas fuerzas de conocer lo divino a no ser por analogía.
La universalidad de lo religioso y su pluralismo, puesto de actualidad vibrante en nuestro tiempo y al alcance experiencial de todos (medios de comunicación social, migraciones, turismo, etc.), justifican la inclusión de esta Historia de las religiones en la serie Manuales de Teología de la BAC. Además, la Historia de las religiones es como el punto despartida de todas las llamadas «ciencias de la religión»: Filosofía de la religión, Sociología de la religión, Psicología de la religión, etc., así como de la recién nacida Teología/s de la religión o religiones. Todas presuponen el conocimiento de las diversas religiones, al menos en sus líneas generales y en sus rasgos individuantes caracterizadores.
En fin, la conveniencia y hasta necesidad u obligatoriedad de la Historia de las religiones no dimana de las creencias o increencias de sus posibles estudiantes (en los diversos niveles de la enseñanza o educación), sino de la naturaleza misma del ser humano, ele la realidad evidente del pluralismo religioso, de la repercusión de lo religioso en lo socio-cultural y de la necesidad de una formación integral, también religioso-cultural, para la madurez personal.