Roma es el lugar donde toda la Antigüedad se nos concentra en una unidad, y aquello que sentimos en los poetas antiguos, en las antiguas constituciones políticas, en Roma creemos más que sentirlo, vislumbrarlo incluso. Así como Homero no puede compararse con ningún otro poeta, así tampoco cabe comparar a Roma con ninguna otra ciudad, ni a los paisajes romanos con cualesquiera otros. Ciertamente, la mayor parte de esta impresión es subjetiva, pero no es tan sólo la idea de estar donde está este o aquel hombre. Es un poderoso arrebatarse en un pasado que nosotros vemos como más noble y más sublime, aunque sea en virtud de un engaño necesario; un poder al que incluso quien quisiera no podría oponerse, porque aun el yermo en el que los actuales habitantes han convertido el país y la increíble cantidad de ruinas conducen la mirada ahí (?) Pero también sería tan sólo un engaño, si nosotros mismos deseáramos ser habitantes de Atenas y Roma. Sólo desde la distancia, sólo separada de todo común, sólo como pasado, debe aparecérsenos la Antigüedad. (Carta de Humboldt a Goethe del 23 de agosto de 1804).