Argumento de Hipoacusia y Sordera : Manual del Conocimiento de la Sordera y de la Persona Sorda a la Intervención Educativa
En pleno siglo XXI, a pesar de una mayor conciencia social en pro de la igualdad de derechos y oportunidades, permanecen activos al menos tres grandes retos: la aceptación de las diferencias, el derecho a la inclusión y la comunicación sin barreras.
En referencia al colectivo de personas sordas, estos importantes retos se ven socavados por dos realidades permanentemente presentes, tales son: El hecho de que aun siga siendo una aspiración inalcanzada la igualdad de oportunidades educativas, laborales y profesionales, unos mismos derechos y una educación de calidad y, en segundo lugar, el hecho igualmente presente de no haber resuelto satisfactoriamente el problema de la incomunicación entre ambos colectivos: sordos y oyentes.
El manual que presentamos afronta respuestas educativas para la persona sorda, si bien poco tiene que ver con planteamientos meramente teóricos ya que da a conocer la realidad de la discapacidad auditiva desde orientaciones incardinadas en la práctica, rompiendo tópicos, desechando pensamientos mágicos y falsas creencias, y evidenciando las grandes dificultades que tiene la persona sorda en el acceso a modelos orales, alfabéticos o lectoescritos, planteando a su vez procedimientos a seguir en la tarea educativa.
A fin de perfilar opciones educativas razonables y por tanto realistas para ambos colectivos, sordos e hipoacúsicos, se apuesta por una clara distinción entre personas con hipoacusia y personas con sordera. Desde las primeras páginas se aprecia la necesidad de realizar esta diferenciación toda vez que las dificultades y los planteamientos metodológicos serán bien distintos en razón de la existencia o no de audición funcional.
Es desde esta perspectiva desde la que se contempla inicialmente a la persona sorda como persona con sordera bilateral, profunda, prelocutiva y congénita, quien tras las correcciones quirúrgicas o protésicas habidas no percibe la lengua hablada.
Al margen de mostrar especial atención hacia la persona sorda, cabe señalar que las orientaciones y actividades de índole metodológico diseñadas para la persona sorda son en gran medida aplicables a la persona con hipoacusia, hecho este que no ocurriría en sentido contrario. Por acudir a algunos ejemplos, las actividades relacionadas con la identificación auditiva o bien las relacionadas con modelos globales de lectura no son de aplicación a la persona sorda y, por el contrario, un proceso de aprendizaje lector vía desmutización sí sería de aplicación a la persona hipoacúsica.
Desde las primeras páginas se apuesta, pues, por una necesaria diferenciación entre hipoacusia y sordera, distinción esta que va más allá del mero etiquetado o delimitación conceptual ya que se toma en consideración, en mayor medida, la audición corregida y no tanto la pérdida auditiva y ello porque desde el ámbito de la intervención no es realista ni razonable plantear unas mismas opciones educativas para hipoacusia y para sordera o, si se prefiere desde otra perspectiva, no es razonable esperar un mismo pronóstico cuando se aplican metodologías a niños sordos pronta y exitosamente implantados o bien cuando esas mismas metodologías se aplican a niños sordos no protesizados o en su caso sin audición funcional. Sin lugar a dudas, el proceso de aprendizaje, los retos y los propios techos serán bien distintos.0