Duverger dibuja así a un Cortés de personalidad compleja cuyos contornos son, sin duda, polémicos, y que se inscribe en una fase particularmente sensible de la historia de América, en la que las sociedades indígenas sufren la intrusión española. Para Duverger, Cortés, hijo de Castilla, es al mismo tiempo un tránsfuga que elige muy pronto a la América de los indios. En ruptura con su cultura de origen, sueña con fundar otro mundo a partir del mestizaje.