La obra de Anna Ajmátova (1889-1966), prohibida durante muchos años en Rusia, es uno de los principales testimonios literarios de la turbulenta historia del país. En 1934 su primer marido, el también poeta Gumilev, fue acusado de actividades contrarrevolucionarias y murió fusilado. Muchos de sus amigos poetas fueron enviados a los gulags estalinianos y Ajmátova vio cómo la mayoría de sus seres queridos morían, eran condenados o enviados al exilio. Entre ellos, su único hijo. Tras años en el centro de la diana del terror estalinista, Lev fue encarcelado en 1938 acusado de terrorismo. Durante diecisiete meses, Ajmátova hizo cola todas las mañanas ante la cárcel de Leningrado para saber si seguía con vida.
De esta experiencia nacería uno de sus poemarios más hermosos: Réquiem, recogido en este libro y publicado en 1963, el mismo año en que se le concedió el Premio Internacional de Literatura. Esta selección, en la versión del Premio Nacional de Traducción José Luís Reina Palazón, también incluye otros poemas en los que Ajmátova desnuda el espíritu ruso mientras canta al desamor, al paso del tiempo y al dolor de ver la propia patria sometida al terror más feroz.
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«- ¿Y usted puede describir esto?
Y yo dije:
- Puedo.
Entonces algo como una sonrisa resbaló en aquello que una vez había sido su rostro.»
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