Argumento de Hablar con Dios I. Adviento, Navidad, Epifanía
Cristo tiene siempre algo que decirnos, a cada uno en particular, personalmente: en el Evangelio, en la doctrina de la Iglesia, en la liturgia. Y, en otro orden de cosas, también hemos de saber entender el lenguaje de Dios que nos habla a través de acontecimientos y personas que nos rodean. El lector se siente ayudado a conversar con Dios de la vida misma: de sus situaciones reales cotidianas, de sus penas y afanes concretos. Por eso Hablar con Dios no es un tratado para especialistas, sino para la gente que encontramos cada día por la vida: para la madre de familia, para le empleado, para el oficinista, para el sacerdote, para el profesor. Los más de dos millones de ejemplares vendidos y su traducción a doce idiomas son un ejemplo de esto. El libro no encorseta la oración; es, más bien, un manantial de sugerencias abiertas, para cualquier circunstancia vital, pero que apunta a la vez a la concreción, a una aplicación efectiva. La oración diaria se proyecta así sobre la convivencia y los quehaceres normales de todos los días. El libro está lleno de sugerencias para adelantar en el amor a Dios, en la convivencia diaria, en la mejora del carácter y en la perfección del trabajo habitual.0