La Serranía de Ronda, situada en un lugar privilegiado, a caballo entre dos continentes y dos mares, y marcada por una cruenta historia geológica y biológica, constituye uno de los enclaves de mayor biodiversidad vegetal del Mediterráneo Occidental. Varios factores son responsables de ello:
La complejidad de los materiales geológicos que afloran en la Serranía, que abarca rocas formadas a lo largo de un amplio periodo de tiempo comprendido entre el Paleozoico y el Cuaternario reciente, y de naturaleza muy diversa (rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias), permite la existencia de vegetales adaptados a los diferentes tipos de suelos desarrollados sobre estas rocas. Éste es un factor que, como ya veremos, será responsable de la existencia de algunos endemismos rondenses, como es el caso de las comunidades serpentinícolas, propias de las rocas peridotíticas, o de las magnesícolas que crecen sobre las dolomías y mármoles cristalinos.
Su situación en la zona de confluencia entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico provoca que esta región presente un clima mediterráneo con una fuerte influencia atlántica, responsable de que la zona más occidental sea uno de los lugares de la Península Ibérica con mayores precipitaciones, alcanzándose valores muy próximos a los registrados en el vecino Macizo de Grazalema. Esto permite que se desarrollen algunas especies mesófilas como el quejigo, el castaño, el roble melojo o el pinsapo. Por otro lado, los vientos húmedos de levante, formadores de espesas nieblas cargadas de humedad y procedentes del cercano mar Mediterráneo, posibilitan a su vez la presencia en los profundos barrancos de su extremo suroccidental de una vegetación de carácter subtropical, la laurisilva.
La historia geológica y abrupta orografía, con altitudes que rondan los 2.000 metros y fuertes desniveles que dan paso en pocos kilómetros desde el piso mediterráneo al oromediterráneo, son asimismo responsables de la riqueza botánica de estas sierras. En cierto modo, las zonas más altas cobijaron a numerosos vegetales propios de climas más fríos y que quedaron acantonados en éstas durante las glaciaciones. Su aislamiento propició que muchos de ellos se diferenciaran dando origen a nuevas especies. El caso más llamativo es el del pinsapo, endemismo y emblema botánico de la Serranía de Ronda.
Por último, su cercanía a África ha propiciado que en diferentes épocas se hayan producido intercambios florísticos entre ambas orillas del Estrecho. De este modo existe un sinfín de elementos norteafricanos en la Serranía, e incluso se da el caso de algunos endemismos que se restringen a la Serranía de Ronda y al Rif, como la amapola serrana o de Grazalema.
Lo anteriormente expuesto ha motivado que en las sierras, valles y ríos que jalonan la Serranía crezcan hasta 1.694 taxones vegetales diferentes que se asocian en comunidades vegetales tan diversas como los encinares, quejigales, alcornocales, acebuchales, pinares, pinsapares, bosques de ribera, espinares, cardales, pastizales terofíticos o las propias de paredones calizos. Todo lo expuesto hace de este territorio uno de los lugares con mayor diversidad vegetal a nivel europeo.
Esta guía pretende ser de gran ayuda a los aficionados a la botánica y amantes de la naturaleza interesados en conocer la riqueza florística y vegetal de estas sierras del sur penínsular. Para ello la hemos dividido en nueve partes bien diferenciadas.
La primera trata sobre el medio físico de la Serranía de Ronda, abarcando aspectos como su orografía, la geología, la hidrología o la climatología, todos ellos de gran importancia para los vegetales.
El segundo epígrafe está dedicado al paisaje vegetal de estas sierras, diferenciando las diversas asociaciones vegetales que se desarrollan en los distintos sectores biogeográficos presentes en la Serranía; además, recoge algunos aspectos fitogeográficos.
El tercer apartado versa sobre el origen de la flora de la Serranía incidiendo en los diversos condicionantes gracias a los cuales este territorio es uno de los puntos calientes de biodiversidad vegetal más destacado de la cuenca mediterránea.
Relacionado con el anterior, el cuarto título realiza un estudio taxonómico de los más de 1.800 taxones catalogados en estas sierras.
El quinto capítulo explica el por qué la Serranía es refugio de cerca de 40 endemismos vegetales.
Le sigue el sexto epígrafe que incide en varios aspectos relacionados con el pinsapo, el endemismo más importante de la Serranía.
En el apartado séptimo se refiere la importancia de conservar el rico patrimonio vegetal que atesora esta región.
Por su parte, el título octavo nos relata las visitas de los grandes descubridores de la flora rondeña, los botánicos Simón de Rojas Clemente y Rubio, y Charles Edmond Boissier.
Para finalizar, el capítulo noveno describe cinco itinerarios botánicos, cada uno de los cuales tiene el objetivo de permitir al aficionado conocer la flora característica de la Serranía de Ronda y en concreto de la Sierra de las Nieves, Sierra Bermeja, Macizo de Líbar, Valle del Guadiaro y Montes de Cortes.
Completan esta obra tres anexos donde se recogen fichas y fotografías de los endemismos, las orquídeas y otras plantas de interés de la Serranía de Ronda, finalizando con otro anexo donde se relaciona el catálogo florístico de dicho territorio, además de una recopilación bibliográfica donde se citan los libros y artículos científicos que versan sobre la Serranía.
Deseamos que esta publicación sea del agrado de todos los amantes de la naturaleza y en particular de la botánica, y que permita que un conocimiento de nuestro rico patrimonio vegetal nos ayude a conservarlo para que las futuras generaciones disfruten de una flora que comenzó a conformarse en el Mioceno, hace unos 10 millones de años.
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