César Birotteau, un hombre con éxito en su negocio de perfumería, se deslumbra con su participación en una especulación de terrenos que lo convertirá en un hombre rico; pero los dispendios, el lujo de la nueva vida y el abandono de sus negocios de siempre lo llevan a la quiebra; a partir de ahí el único pensamiento de César es conseguir su rehabilitación pagando rigurosamente todas sus deudas. A través de él, Balzac convierte en sublime la mediocridad de la vida y confiere a un hombre común la grandeza de los héroes épicos. Birotteau es en el universo de Balzac el símbolo del honor comercial, de la misma manera que Goriot lo era del amor paternal.