El granadino universal Ángel Ganivet (1865-1898) publica Granada la bella dos
años antes de suicidarse en el río letón Dvina, paisajes nórdicos a los que le
llevó su quehacer diplomático. Obra maestra del pesimismo y de la angustia,
reeditada en 1920 en Madrid, es considerada, junto a su autor, precursora de
aquellos ideales, enarbolados por los integrantes de la Generación del 98, que
llevaron un día a gritar, hacia adentro, «¡España se nos va!», a pesar de sus
inquietudes regeneracionistas pese al aparente desapego de las cuestiones
mundanas. Con esencia filosófica y espiritual, ordena las cosas en una
cosmovisión desencantada pero terriblemente humanista.